Tras las rejas de una ventana blanca un joven me atendió, a pesar de que estaba un poco ocupado porque en ese momento se efectuaba un sepelio. El no podía darme ninguna autorización, no era el encargado de hacerlo. Sin embargo, me indicó que hablara con los sepultureros, quizás ellos podrían decirme algo. Pero no fue así, todos se negaban a hablar respecto a su trabajo por temor a que sus declaraciones fuesen publicadas y distorsionadas, como ya les había ocurrido, y a meterse en problemas con su empresa, pues tenían la orden de no dar entrevistas a nadie. Uno de los operarios había sido suspendido por un mes al haber colaborado con un periódico local y ninguno de sus compañeros quería arriesgarse a correr la misma suerte o peor aún a quedarse sin trabajo por tal motivo. Necesitaba un permiso expedido por la Arquidiócesis para poder entrevistar a cualquier funcionario.
Ese día, un trabajador del cementerio me indicó donde se encontraba el lote designado para los N.Ns. El lote K estaba ubicado al fondo, rodeado de garzas que parecían alimentarse de los bichos que emanaban del suelo. Un montón de tierra húmeda, en la cual mirando detenidamente se podían ver vértebras, se alzaba frente a un amplio hueco semi-cubierto por placas de concreto, a través de las cuales se observaban más restos de osamenta en el fondo. Alrededor unas pequeñas y rústicas “lápidas” distinguían una fosa de otra con un número. Un olor nauseabundo llenaba aquel espacio, hace pocos días habían enterrado un grupo de N.Ns y se estaban descomponiendo debajo de donde yo caminaba, la putrefacción era insoportable al olfato.
Después de una serie de trámites, por fin pude presentar el permiso expedido por la Arquidiócesis para realizar la entrevista. Me habían arreglado una cita con Ducardo Mejía, el administrador del cementerio, pero al llegar a ésta él no se encontraba allí. El mismo joven que me atendió la vez pasada recibió el documento y pidió a uno de los sepultureros que me atendiera mientras llegaba Ducardo. Este hombre me invitó a dar un recorrido por el cementerio, llevándome a las fosas comunes que había conocido la vez pasada. Aparentemente estaban igual que la última vez, salvo porque ya no se sentía aquel desagradable aroma de muerte maldita ni se veían garzas merodeando por el lugar. Posteriormente me mostró los osarios comunes ubicados al occidente del cementerio, cuya existencia yo ignoraba. Bóvedas, sótanos, salones llenos de huesos y harapos, en su mayoría sellados, aunque en uno de los pasillos se veían, a través de una reja, montones de osamenta vomitadas por costales.
Finalmente regresamos a la oficina donde me tenían la noticia de que Ducardo había llamado para informar que ese día no se presentaría en el cementerio. En aquel momento la única persona presente en la administración era Fabián Aguirre, quién me había recibido al llegar. Él era el encargado de atender al público, aunque no podía definir bien su cargo y se autodenominaba secretario o auxiliar. Me invito a seguir a la oficina.
Fabián había sido operario del camposanto hasta que uno de los empleados de la administración se jubiló y él fue el candidato para reemplazarlo, por ser el único en tener conocimientos en sistemas. Ya llevaba cinco meses ocupando éste nuevo cargo. Es quizá el empleado más joven de éste cementerio, aparentemente con unos 25 años. Vive en el mismo Siloé, o Siloco como él lo llama. De contextura media, 1.75 mts de estatura, piel trigueña, y un corte de cabello al estilo de los barrios populares (hecho a máquina formando figuras, patillas cuadradas, muy bajo). Vestía informal pero su presentación personal era buena.
El clima estaba muy fresco esa mañana. La oficina era bastante sencilla y corriente, no tenía elementos visuales que llamaran particularmente la atención. Contaba con todo el equipo con el que opera cualquier otra estancia de ese tipo. Las paredes eran blancas, al igual que la puerta. Todo se veía muy bien aseado y ordenado. /La gente dice que soy el muñeco de la ciudad/, la gente dice que soy el muñeco de la ciudad... sonaba en una grabadora cuando entré.
- ¿Usted tiene información respecto a los trámites legales que hace el cementerio con la Fiscalía?
- No. Esos trámites los hace directamente el Hospital. El trae las licencias, que es éste papel, -Me enseña un documento sobre el escritorio, el cual parece un informe o una factura.- que lo expide la Secretaría de… de Salud Pública, creo que es. Entonces con esos papeles ellos traen todo diligenciado; lo único que nosotros hacemos es llenarles un contrato. Ellos tienen unos convenios con ciertos valores de precios, entonces les prestamos el servicio y nos cancelan.
- Por enterrar a los N.N.s.
- Si, claro.
- Ah, o sea que eso tiene un costo, no es gratis.
- No. Tiene un costo. Antes, tengo entendido, que era por convenios, pero de unos años para acá empezó a tener costo ese servicio.
- ¿Y cuánto vale ese servicio?
- No, cifras exactas no tengo, pero si tiene un valor.
En ese momento una mujer se asomó por la ventana para pedir una cuenta y él fue a atenderla. Cuando regresó se escuchaba otra canción: / Coge la Guagua papá, porque la Guagua se va/ Coge la Guagua papá, porque la Guagua se va…/
- ¿Quién cubre el gasto de los N.N.s?
- El gasto lo hace el hospital, el Hospital Universitario.
- ¿Pero no debería ser la Fiscalía porque es la que los trae?
- No, la Fiscalía no. Los trae es el Hospital Universitario. La Fiscalía, hasta donde yo sé, solo cumple con alzarlos de donde estén, los deposita en Medicina Legal, en el Hospital. Allá es que los tienen y ya cuando llevan bastante tiempo y nadie los reclama ni nada entonces nos los reportan.
De nuevo otra persona nos interrumpe. Esta vez por un periodo más largo.
/ Estoy pensando en amarte una vez más/ pero mi corazón dice que no, dice que no/ noooo/
- ¿Cuánto tiempo permanecen los N.Ns enterrados en las fosas?
- Lo que tarda un cuerpo en descomponerse. Eso se hace en base a un estudio. Según el último estudio que se hizo y una circular que mandaron son tres años porque el clima de acá es cálido y eso tarda exactamente un cuerpo descomponiéndose.
- Pero los N.Ns no son preparados. ¿No se descomponen más rápido?
- Más rápido si, pero por lo regular se exhuman cada tres años.
- Ustedes no les ponen un número a cada…
- Si, aquí en el registro que nosotros llevamos de ellos se les coloca un número serial, tienen que llevar una secuencia. Una sola fosa tiene espacio para seis cadáveres.
- ¿Pero les ponen un registro de ADN en la caja o algo así?
- Si, ellos vienen con ese registro del hospital. Lo único que nosotros hacemos es apuntar ese número para llevar una secuencia.
- Entonces si vienen diferenciados.
- Claro.
Le explique que yo creía que como enterraban a varios en una misma fosa, al cementerio no le importaba diferenciar quienes estaban allí. El me dijo que no, pues se habían visto muchos casos de desaparecidos a los que la familia buscaba y con el paso del tiempo e investigando, iban a dar allá. Con los datos que traen los familiares se puede tratar de averiguar si esa es la persona a la cual han perdido. “Pero no hay nada concreto”. De ésta forma los parientes tendrían que conformarse con revisar los datos en el registro y buscar el número de la secuencia correspondiente. Sin embargo, nada asegura que vayan a recuperar los restos de su ser querido; los trámites para una exhumación de éste tipo son muy complicados y hay que añadir a esto que las cajas de madera se pudren rápidamente y los cadáveres, que se encontraban uno sobre otro, pasan a formar parte de un gran conjunto de huesos y carne en descomposición. Estas personas nunca se conocieron y sin embargo sus restos comparten estos espacios, tan juntos que finalmente se terminan convirtiendo en una sola osamenta, en una sola nada.
- ¿En promedio cuantos N.N.s llegan acá?
- En el tiempo que llevo trabajando aquí, que es más de un año, cinco veces han llegado. La mayor cantidad que yo he visto que han traído es cuarenta y ocho.
- Cuarenta y ocho traen en una sola tanda.
- El pedido es de 48, pero traen 18 un día y luego otros, porque en un solo día quedaría imposible enterrar tantos, sería mucho trabajo.
De repente me acordé del olor a podrido que se sentía la vez pasada que visité las fosas. Le comenté mi experiencia a Fabián y pregunté si acaso esos N.Ns habían quedado mal enterrados.
– No. Por lo regular siempre pasa eso porque los lotes de los N.N.s no se sellan y el lugar donde a ellos los ubicamos es una parte baja, no se recubre bien de tierra, entonces tal vez por eso se filtran olores.
Su respuesta en lugar de refutar mi apreciación parecía confirmarla.
- Pero ahí tienen placas de concreto para sellar la fosa.
- Si, son plaquetas de concreto, más no van selladas, solamente la tierra. Selladas es cuando las cubrimos con cemento, como se hace con las otras tumbas, para evitar que se filtran olores, pero con ellos no lo hacemos. Claro que cuando empieza a haber mucho olor toca hacer algo y echar más tierra.
- A ustedes les dan registro de si son hombres, mujeres, niños…
- Si claro, en el mismo serial que vienen.
- ¿Y traen niños?
- No… cuando vienen niños son fetos, entonces lo que ellos hacen es echar todo eso en chuspas y meterlos en un cajón separado y lo diferencian con la palabra “FETOS”. Es porque hay gente que se les vienen, les hacen degrado o un aborto. Otras veces vienen por ejemplo piernas, brazos, en un solo cajón.
- Piernas que han encontrado sin el cuerpo.
- No, no, no. Digamos, si le amputan una pierna, ¿qué hacen con esa pierna?
- ¿La entierran?
- Claro.
- La entierran en una fosa común.
- Si. No entierran la pierna sola sino que se juntan varias manos y todo eso.
- Esas partes las entierran en la fosa de lo N.Ns.
- Si porque todo viene con lo del Hospital y se hace el mismo pedido.
Fabián se levantó para cerrar la ventana de atención al público, parecía un poco afanado. –Aproveche pues, que ya me voy a almorzar- me dijo para que fuese terminando.
- ¿Cuantas fosas comunes o lotes hay acá?
- ¿Cuánto puede tener eso, primo? El lote de la común.-Le preguntó a uno de los operarios que había entrado minutos antes a la oficina y se encontraba llenando unos documentos.
- Son como unos 200 lotes aproximadamente.- dijo el hombre.
- 200 fosas comunes.
- Exacto. 200 fosas comunes en las cuales se entierran de a seis, entonces haga la cuenta, hay espacio suficiente.
Tal vez si lo había, si se tiene en cuenta que al final tan sólo se amontonan cientos de huesos en pasillos subterráneos, que en caso de que se hallaran muy llenos, estos restos serían incinerados en el horno, aunque esto no se hace con mucha regularidad, pues representa gastos para la Arquidiócesis.
El cementerio de Siloé tiene 52 años, y desde su fundación ha tenido a su cargo las fosas comunes. Es un camposanto ubicado en una zona habitada por gente de escasos recursos, los precios que ofrece son los más económicos en Cali. Fue por eso que la Arquidiócesis le asignó los lotes para N.N.s, esto le bajaría costos al Hospital. Según Fabián, el dinero recaudado por éste cementerio va a parar a la Arquidiócesis De Cali, no al Estado.- Claro, porque es un servicio que nosotros les estamos prestando como empresa privada-
Al salir del cementerio había muchas palomas por los jardines, algunas posaban sobre las tejas de la entrada. Dentro del lugar quedaba muy poca gente, en cambio afuera pasaban transeúntes con los canastos de mercado, Jeeps repletos que subían a la loma y otras personas que simplemente esperaban un bus frente al control de la Gris San Fernando para irse a casa a almorzar, como era mi caso.